Una buena inversión.
Invertir en nuestra
salud es de lo mejor que podemos hacer. Esta inversión no exige mucho en
términos de capital y, aunque los mayores rendimientos se consiguen a largo
plazo, comienza a producir beneficios de inmediato.
Vivir más tiene sus inconvenientes.
Actualmente la mujer occidental tiene un promedio de
esperanza de vida de 80 años y el hombre de setenta y cinco, mucho más que hace
treinta o cuarenta años. Pero vivir tanto
tiempo en esta sociedad acomodada presenta algunas desventajas: trastornos, achaques
y enfermedades que ensombrecen los últimos años de una larga vida. La persona
promedio puede esperar pasar los últimos siete u ocho años de su vida sufriendo
alguna afección degenerativa crónica, mayormente presión arterial alta, con el riesgo
que conlleva de enfermedades cardiovasculares o accidentes cerebrovasculares, y
artrosis, con su larga y dolorosa espera por un reemplazo de cadera o de
rodilla.
Es una lástima que tanta gente esté hasta llegar a la
tercera edad para decidirse a invertir en su salud; y es que, al igual que
ocurre con las inversiones económicas, cuanto antes comencemos, mayores serán
los beneficios.
No obstante, incluso tras una vida de negligencia, mejorar
nuestros hábitos puede proporcionarnos grandes dividendos.
Fuente:
Mitchell C. (2013). Understanding
Nutrition. The Stanborough Press Limited.
APIA Spanish Edition
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