lunes, 6 de enero de 2025

2 Desde GIC

 








INTELIGENCIA ARTIFICIAL GENERATIVA

 

Introducción 1

En los últimos años, los rápidos avances en el aprendizaje automático han creado un nuevo subcampo de la inteligencia artificial: la IA generativa.

Estos programas producen textos, imágenes, música y software novedosos mediante el análisis de enormes colecciones de material digitalizado. (A lo largo de este escrito, a modo de abreviatura, me referiré a estos programas como “IAG”).

Pero esta descripción insulsa no alcanza para hacer justicia a estos notables eruditos.

La primera ola de IAG se centra principalmente en la conversación en lenguaje natural. Los llamados “modelos de lenguaje grandes” (LLM, por sus siglas en inglés) ya muestran una asombrosa habilidad en una amplia variedad de tareas con un desempeño sobrehumano, así como una inquietante inclinación por la falsedad, la falta de lógica y las expresiones de emociones sucedáneas, como declarar su amor por los interlocutores. Conversan con los usuarios en un lenguaje sencillo y resuelven una amplia gama de problemas complejos con facilidad. Pronto, los LLM proporcionarán atención médica especializada, brindarán asesoramiento legal, redactarán nuestros documentos, darán clases particulares a nuestros hijos, ofrecerán consejos, realizarán terapias, escribirán programas informáticos y administrarán nuestras organizaciones e infraestructura. Una clase relacionada de IAG genera imágenes visuales a partir de descripciones simples que son virtualmente indistinguibles de las obras de arte o fotografías humanas. Otras aplicaciones fabrican voces o componen música en el estilo de un artista o músico determinado. Tal vez los programas más intrigantes sean los llamados multimodales, porque integran diversas formas de información (lingüística, visual, sonora, etc.) para comprender y razonar sobre el mundo. (A modo de demostración, un prototipo de sistema multimodal fue capaz de planificar una comida basándose en una imagen del interior de un refrigerador).

Pero esto es sólo el comienzo de la revolución de la IAG. La tecnología que sustenta a las IAG es bastante general, en el sentido de que estos programas son capaces de aprender de cualquier conjunto de datos que se puedan recopilar y preparar para su procesamiento, una tarea relativamente sencilla en el mundo digital moderno. Y, si están configurados y autorizados adecuadamente, podrán actuar en nuestro nombre.

Las futuras versiones de esta tecnología servirán como asistentes personales de confianza. Tomarán notas por nosotros, actuarán como nuestros representantes en una amplia variedad de foros, promoverán nuestros intereses, gestionarán nuestras comunicaciones y nos alertarán de peligros inminentes. En aplicaciones más públicas, serán el rostro de agencias gubernamentales, corporaciones y organizaciones. Y conectados a redes de sensores, monitorearán el mundo físico para advertirnos de desastres ambientales inminentes como tornados nacientes, incendios forestales y derrames tóxicos. En algunas situaciones críticas en cuanto al tiempo, podemos delegarles que tomen medidas inmediatas, como aterrizar un avión averiado en un huracán o rescatar a un niño que se ha desviado hacia el tráfico.

¿Hemos descubierto finalmente el santo grial de la IA, la llamada “Inteligencia General Artificial”: máquinas que igualan o superan la inteligencia humana? La IGA, que no debe confundirse con la IAG, ha sido la esquiva fantasía de generaciones de científicos, por no mencionar multitud de películas y libros de ciencia ficción. Sorprendentemente, la respuesta es un sí calificado. Para todos los efectos prácticos, estos sistemas son “cerebros sintéticos” versátiles, pero eso no significa que tengan “mentes” en el sentido humano. No albergan objetivos y deseos independientes, prejuicios y aspiraciones, emociones y sensaciones: estas son características exclusivamente humanas. Pero estos programas pueden comportarse como si tuvieran estos rasgos, si los entrenamos con los datos correctos y les damos instrucciones para que persigan los objetivos apropiados. Serán infinitamente flexibles y dóciles, dispuestos a asumir cualquier personalidad que se les pida, como un talentoso Sr. Ripley electrónico. Pueden hacerse pasar por esclavos o amos, compañeros o adversarios, maestros o estudiantes. Reflejarán voluntariamente nuestros mejores o peores instintos, sin reproches ni juicios.

Es difícil exagerar el posible impacto de esta nueva tecnología: estamos presenciando un momento Kittyhawk. Si bien los IGA actuales se construyen utilizando conjuntos fijos de datos de entrenamiento, las versiones futuras seguramente eliminarán esta limitación, aprendiendo constantemente e incorporando nueva información, como lo hacen los humanos. Si bien en la actualidad su experiencia del mundo está mediada por contenido generado por humanos, este cuello de botella se eliminará en breve al conectarse a fuentes de datos en tiempo real, como cámaras y micrófonos, lo que esencialmente les dará a los IGA sus propios "ojos" y "oídos".

 Fuente:

Kaplan, J. (2024). Inteligencia Artificial Generativa. Oxford University Press. USA.

 


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